En la era de la inteligencia artificial (IA), la autenticidad de las conversaciones generadas por chatbots ha sido objeto de intenso escrutinio. Este debate nos recuerda que nuestras conversaciones cotidianas también pueden ser artificiales. La revolución en el procesamiento del lenguaje natural ha generado dudas sobre lo que es artificial o auténtico, y ha despertado preocupaciones sobre el impacto de la IA conversacional en la educación, el periodismo, la programación informática y cualquier profesión que dependa de la autoría humana. Sin embargo, estas dudas no son nuevas. Están integradas en la naturaleza de la conversación y nos ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre cómo ya navegamos en las conversaciones cotidianas.
La IA Conversacional: Un Reflejo de las Incertidumbres Humanas
Las dudas sobre la autenticidad de las palabras no son nuevas y están integradas en la naturaleza de la conversación. Los modelos de lenguaje grandes, como ChatGPT de OpenAI, ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre cómo ya navegamos en las conversaciones cotidianas. Sin embargo, estos modelos también han demostrado ser propensos a inexactitudes, o "alucinaciones", como se les llama. Por ejemplo, durante su debut público, Bard de Google afirmó incorrectamente que el Telescopio Espacial James Webb tomó la primera imagen de un planeta fuera de nuestro sistema solar.
Las dudas sobre la IA conversacional no se limitan a la precisión de las palabras, sino que también se extienden a la intención detrás de ellas. Cuando nos enfrentamos a un texto generado por ChatGPT, puede ser difícil saber si su autor es una persona o un robot. De hecho, la IA conversacional magnifica las incertidumbres que ya existen en la conversación natural.
Navegando en las Dudas de la IA: Reflexiones y Soluciones
Reflexionar sobre cómo navegamos en las dudas artificiales en nuestras conversaciones cotidianas ofrece orientación para nuestro escepticismo sobre la salida generada por la IA. La lengua es normalmente un asunto público que nos proporciona herramientas para abrirnos en un espacio compartido de diálogo. Pero esas herramientas, como nuestra confianza en la IA, pueden romperse, dando lugar a dudas sobre lo que está oculto.
Las soluciones tecnológicas actuales ofrecen un medio para calmar nuestras dudas humanas. Los investigadores de Harvard y el MIT han desarrollado la Sala de Pruebas del Modelo de Lenguaje Gigante, que somete los pasajes generados por computadora a un análisis forense. También se están desarrollando marcas de agua, un código criptográfico incrustado en secuencias de palabras y signos de puntuación, que tiene como objetivo proporcionar a los lectores una certificación del origen algorítmico del texto.
Reconociendo la IA como un Apéndice de la Interacción Humana
Para aliviar nuestras dudas sobre la IA conversacional, deberíamos reconocerla como un apéndice, en lugar de un reemplazo, para la interacción humana. Podríamos imaginar un mundo en el que los profesores requieran que los estudiantes presenten borradores generados por IA antes de sus ensayos finales. En ese mundo, la IA conversacional dejaría de ser un punto final de conocimiento y participaría en el proceso de ida y vuelta de la conversación humana.
La IA conversacional nos recuerda que la autenticidad no es exclusiva de las conversaciones humanas. Al igual que nuestras conversaciones cotidianas, las conversaciones generadas por IA también pueden ser artificiales. Sin embargo, en lugar de ver esto como una amenaza, deberíamos verlo como una oportunidad para reflexionar profundamente sobre cómo ya navegamos en nuestras conversaciones cotidianas y cómo podemos mejorar significativamente nuestras interacciones con la IA. En lugar de reemplazar la interacción humana, la IA puede servir como un apéndice valioso que mejora nuestras conversaciones y nos ayuda a navegar eficientemente en un mundo cada vez más digital y complejo.
